COMPARACIÓN DE LOS VALORES PATRIMONIALES DEL MERCADO DE HIERRO DE MARIANO CALVO PEREIRA Y EL MERCADO ACTUAL DE ANTONIO GARCÍA ARANGOA
A modo de introducción resumiré la evolución que ha tenido la plaza desde que se empezó a concebir como plaza hasta nuestros días. Servirá para la posterior comparación de los valores patrimoniales de ambos mercados.
La plaza de la Cebada se situaba a extramuros de la Puerta de los Moros, ocupando el vacío de un antiguo cementerio árabe. A partir del siglo XVI, con Felipe II, se sitúa intramuros por la que se accedía por la puerta de Toledo y se forma como plaza de mercado al ser el verdadero centro comercial de Madrid. Era conocida como plaza del viento, por ser el lugar donde se aventaba el cereal pero definitivamente se la nombró Plaza de la Cebada, por ser el lugar donde vendían los cereales, además de verduras y productos de cerdo. Los puestos de venta casi se improvisaban a diario al aire libre al servicio del espacio público y donde el trueque y el cambio eran moneda oficial dominante. El elemento unificador y generador de actividad era el vacío mismo, espacio tan grande como la Plaza Mayor y lugar donde se celebraban las Ferias de Madrid.
En el siglo XVII, en 1624, se instala la fuente de la Abundancia en el centro de la plaza pero es sustituida por otra fuente y demolida en 1840. Se llegó a construir una tercera fuente también desaparecida. En 1999 se instala una fuente que no tiene que ver con la primitiva fuente situada en el ensanche que se forma en la Calle de Toledo. Al Este se encontraba el convento y hospital de la Pasión derribado en 1809 para ampliar la Plaza, junto a la ermita de San Millán que posteriormente paso a ser iglesia de San Millán y que fue derribada en 1869. Al oeste se sitúa el humilladero de Nuestra Señora de Gracia que se demolió en 1903 para la posterior ampliación del mercado. Al norte el convento y hospital de la Latina derribado en el año 1904 para ampliar la calle de Toledo. En el solar del antiguo Convento-Hospital, se construyó el teatro de la Latina. Al noroeste se encuentra la denominada cava baja y cava alta que eran los antiguos fosos que se situaban en el interior y exterior de la muralla.
En el Siglo XIX pasaron a celebrarse allí las ejecuciones públicas. En 1837, con la desamortización de Mendizábal y su renovación urbanística el caserío del entorno fue reformado. Debido a la insalubridad de los mercados al aire libre, la falta de espacio y comodidad, la confluencia entre el tráfico rodado y peatonal, y se necesitaba frio, ventilación, se decide la creación de un mercado cubierto. A partir de 1870 se comienzan a construir los primeros mercados cubiertos municipales fabricados con estructura de hierro: Mercado de los Mostenses y el de la Cebada en 1875, el de Chamberí en 1876 y el de la Paz 1882. Tanto el Mercado de los Mostenses y como el de la cebada son llevados a cabo por Mariano Calvo y Pereira siguiendo el modelo de mercado de hierro y cristal de Europa como el de la Halles, de París.
Se construyó un edificio moderno con cubierta ventilada de chapa de zinc sobre estructura metálica con altos ventanales que procuraban la iluminación natural, protegidos del oeste madrileño con celosías de librillo, y zócalo de ladrillo.
El edificio estaba compuesto por dos plantas con una superficie de aproximadamente 6.400 metros cuadrados. Pero años más tarde en 1956, se toma la decisión de derribar el emblemático mercado, argumentando que tenía problemas de seguridad, pero estaba en perfecto estado y por intereses especulativos fue derribado por fases y sustituido por otro que incorporó seis grandes bóvedas de hormigón prensado. Así Madrid perdía una de las pocas construcciones de la arquitectura del hierro que tenía. El nuevo mercado fue inaugurado en 1962, gracias a los comerciantes que se agruparon en Cooperativa, sociedad cooperativa Mercado de la Cebada. El mercado actual posee dos plantas efectivas de uso comercial con una superficie de más de 6000 metros cuadrados. A las dos plantas de uso comercial, se añade bajo rasante una planta de almacén y otra posteriormente en 1992, de aparcamiento.
En el año 1968, junto al Mercado de la Cebada se construyó el Polideportivo de La Latina. Pero en 2009 fue derribado con la intención de remodelar la Plaza incluido el propio Mercado. Las vallas que rodeaban el solar pasaron a formar parte del escenario de la plaza. Actualmente y gracias a la intervención de asociaciones de vecinos y otras plataformas en el solar, y con la cesión por parte del ayuntamiento de dicho solar, se ha llevado a cabo la su ocupación y donde sigue habiendo actividades culturales y sociales, con trabajo voluntario de vecinos.
Se realizó un concurso en 2007 y el proyecto ganador propuso el derribo del Mercado y la ocupación de la misma con la construcción de un nuevo centro comercial haciendo caso omiso a la historia y a la opinión de la personas que día a día viven y trabajan en el entorno de la Cebada, y pensando en el crecimiento económico y no de desarrollo urbano o social.
Tras recorrido histórico sobre las diferentes actuaciones dentro de la plaza se obtiene que la arquitectura y el entorno físico es difícil de separar. Pero la arquitectura mejora las condiciones de vida de los que lo habitan. Cabe destacar que, según el testigo de las cartografías antiguas, las trazas de la plaza se han mantenido, su forma de diábolo. De esta forma, esta plaza es testigo del entramado de calles de Madrid. La valoración patrimonial no reside en su antigüedad sino en la capacidad de adaptarse a un espacio previo y construir en él, su propia imagen, imprimiéndole una huella especifica que lo identifica con diferentes periodos de la evolución cultural, reflejo de los distintos modos de comprender el espacio urbano.
Los edificios de la plaza de la Cebada representan la transformación histórica a la que ha estado sometida, generando diferentes percepciones del hecho urbano, y sobre todo desde su uso, que designa la plaza un lugar de encuentro y el ejemplo de diferentes formas de interrelacionarse. El mercado se encuentra integrado en un espacio que tiene una doble función: social, uso, y estética, perteneciente al ambiente urbano. Permanece a lo largo de la años y da testimonio desde sus formas del modo en que el ser humano se apropia y hace suyo el espacio. Una ciudad también es la muestra constatable de las manifestaciones y expresiones de una colectividad determinada.
Su uso singulariza e identifica a la sociedad con una determinada imagen de la ciudad, estrechamente relacionada con un periodo cronológico, y la plaza es un ejemplo de esa representatividad urbana reflejada, de su cotidianeidad como plaza de mercado. Si se comienza a desarticular la ciudad, esa imagen desaparecerá y se realizaran nuevas lecturas. Las circunstancias de cada época pueden justificar el intervenciones de un tipo o de otro pero habría que buscar un equilibrio entre la ciudad histórica y el proceso cultural.
El primer mercado, el tradicional de puestos al aire libre, permitía la percepción de la plaza en su totalidad, entendiéndolo como un vacío de la trama urbana, que es ocupado por los ciudadanos, para intercambiar, comprar, vender, relacionarse… etc. Pero por su concepción permanente de mercado tenía como consecuencia problemas por la falta de ventilación e higiene y era necesario un cambio. Con el edificio de Calvo y Pereira, según los nuevos sistemas constructivos innovadores, se mantenía esta concepción de mercado. Era un edificio al servicio de la plaza y de la función que demandaba la sociedad que respetaba las trazas de la plaza situándose alineado a la calle Toledo, aunque ocupaba parte de la plaza, estaba bien orientada y conectada con la de la Paja y el Humilladero, y seguía constituyendo un espacio público. Un acierto del diseño fue adecuarse a la traza de la plaza, no siendo un forma regular evitando así la creación de espacio residuales y focalizando la plaza que se encontraba detrás del mercado, que se seguía usando como mercado. Esto entra en contraste con el nuevo mercado que se entiende como una forma aislada que ocupa casi la totalidad de la plaza y que poco tiene que ver con la traza de la plaza. La ubicación del mercado descuidó el espacio público y la plaza perdió la conexión con las otras plazuelas de la zona, y con el aumento del tráfico rodado hizo que los peatones se quedaran limitados a un perímetro funcional del mercado, y que la puerta principal se quedara huérfana de espacio público. La necesidad de más puestos supuso también una entrada a dos alturas, lo que rompió la continuidad con el plano de la calle. Además hay que añadirle que posteriormente y se le añadió el edificio de la piscina y polideportivo que terminaba de colmatar la plaza, perdiéndose la trama urbana original. Posteriormente se incorporó un aparcamiento, cuyas entradas a él hicieron más destacada la ruptura de la plaza con la calle Toledo.
Deben conservarse las trazas de la plaza, su condición morfología describe y expresa la ciudad. Además se ha de añadir que el mercado de hierro permitía el contacto constante con el exterior, que con el edifico actual no ocurre. Este permite que aunque el mercado tenga un techo no afecta a la perfección del resto de la plaza, el exterior es el interior y viceversa. El nuevo mercado no atiende a esta idea de vincular el mercado a la plaza, sino que es autónomo y no depende de la plaza. Se establecen relaciones diferentes dentro y fuera del mercado. Por otro lado el primer mercado al ser de hierro daba la sensación de ser una estructura más ligera mientras que la del nuevo mercado no, aunque siga usando cubiertas abovedadas.
La destrucción de mercado de hierro se debió al entendimiento de que el edificio ya no seguía los sistemas constructivos innovadores que se habían establecido en ese momento, sin entender así que la ciudad es el conjunto de edificios de diferentes épocas que conviven y son reflejo de la historia de una ciudad. Por tanto con la eliminación del mercado se estaba eliminando un edificio que había marcado un periodo histórico, sustituyéndolo por otro que marcaba el del momento y se considera mejor.
Pero el nuevo mercado, con la aparición de los centro comerciales ha hecho que entre en deterioro. Por lo tanto ¿Habría que hacer como hicieron con el mercado de hierro? ¿Hay que derruirlo para colocar en su lugar otro edificio fiel a la arquitectura de nuestros días? Esto es lo que se está intentando y queda manifestado con las imágenes que se encuentran del proyecto para la remodelación de la plaza. Se estaría cometiendo el mismo error que se cometió con el primer mercado. Se podría mejorar el edificio actual sin que pierda los valores por lo que se fue realizado. Habría de conservar con el edifico un distancia intermedia, saber juzgar su valores y distinguir su defectos. Que las soluciones dependan del edificio y no de la mentalidad o de nuestro propios valores. Es preciso establecer una correspondencia adecuada entre medios técnicos y forma arquitectónica.
Las intervenciones en la plaza han ido eliminando su concepción como plaza y han puesto de manifiesto la necesidad de rescatar una relación más eficiente con su entorno de referencia y deben volverse activos determinados valores históricos y de paisaje. El paisaje como percepción de los territorios reproduce al mismo a través de imágenes y la transmisión de sentimientos, siendo a la vez una memoria individual y colectiva. En la medida que los territorios se ocupan, desarrollan y se transforman, van dejando huellas que simbolizan determinada actividad cultural, reflejada en un patrimonio paisajístico, es decir en la formación del llamado paisaje cultural.
La preservación de edificios que en principio no deben de serlo, su incorporación a la estructura urbana queda garantizada en el momento en que se asimilan sus arquitecturas y se integran en el paisaje urbano de la ciudad, un equilibrio entre el pasado y el presente. En las ciudades europeas se había seguido la idea de eliminar aquello que se interponía al avance de la tecnología, como ejemplo la sustitución del mercado de estructura de hierro de la cebada por el de hormigón. Pero actualmente en la mayoría de las ocasiones se integran las dos opciones, pues participan de una misma realidad, solo que una es histórica y la otra pertenece a la contemporaneidad o no ha culminado su proceso histórico.